miércoles, 15 de julio de 2009

Inmenzo y dulce

Ojalá no tuvieras la razón
cálida colina hecha hombre
son tus brazos dulces montañas
y tu corazón resguardado por Dios
como protege a todos sus hijos,
a los buenos.

Anhelo merecerte como a la gloria
y poder besar tu mueca triste
perdiéndome en esa inmensidad
de lágrimas y amores que mal cubren
tus pestañas.

Que fuera de ti mi cintura
y aplastaras por siempre mis mejillas
con las yemas de tus dedos,
abrázame y desaparéceme en ti
con todo lo malo y lo bueno que tengo.

Maldita sea esta carne mía
rebelde al corazón bueno,
si yo pudiera extinguir mis deseos
entonces no tendrías la razón
y yo te amaría por siempre
como te amo ahora.