Ojalá no tuvieras la razón
cálida colina hecha hombre
son tus brazos dulces montañas
y tu corazón resguardado por Dios
como protege a todos sus hijos,
a los buenos.
Anhelo merecerte como a la gloria
y poder besar tu mueca triste
perdiéndome en esa inmensidad
de lágrimas y amores que mal cubren
tus pestañas.
Que fuera de ti mi cintura
y aplastaras por siempre mis mejillas
con las yemas de tus dedos,
abrázame y desaparéceme en ti
con todo lo malo y lo bueno que tengo.
Maldita sea esta carne mía
rebelde al corazón bueno,
si yo pudiera extinguir mis deseos
entonces no tendrías la razón
y yo te amaría por siempre
como te amo ahora.
miércoles, 15 de julio de 2009
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